Lo creamos o no lo creamos, no gobernamos nuestra vida.
Si aún eres de los que crees que tu gobiernas tu vida, aterriza y despierta, porque apañd@ vas.
Eso es lo que te hace creer tu ego y lo que te permite creer tu inconsciente.
Desde la cabeza y desde el ego, creemos tener control sobre los acontecimientos que se desencadenan nuestra realidad cotidiana. Por ejemplo, creemos elegir un trabajo, una profesión, creemos elegir a nuestros amigos, nuestra pareja, nuestra casa, creemos elegir irnos de viaje, quedarnos en casa, e incluso las diferentes direcciones que tomamos cuando surge una bifurcación o cruce de caminos.
Otras veces, creemos ser víctimas de las circunstancias, de agentes externos, de los demás, de la vida.
Pero jamás pensamos que fue nuestro inconsciente (y aquí englobo los dos estratos del mismo, el subconsciente, más emocional y el inconsciente profundo, más reptiliano y también conectado con el inconsciente colectivo) esa zona a la que no tenemos demasiado acceso, el que nos trajo esas circunstancias, a esas personas, ese tipo de vida, nos guste o no nos guste.
Por desgracia, es nuestro ego, que sobre todo en la cultura occidental es muy racional, quien intenta hacernos creer que tenemos algún poder de decisión más allá de elegir como sentirnos ante lo que sucede.
Todavía hay paradigmas y corrientes de la psicología, incluso sostenidos por el ámbito universitario que aún creen, a éstas alturas de siglo, que tenemos un gran control de voluntad sobre los acontecimientos de nuestra vida…
Olvidan que, de tenerlo, es siempre con permiso de nuestro inconsciente.
Según los estudios, que siguen sin aclararse en cuanto a porcentajes, la actividad del consciente oscila entre el 5% y el 20% respecto al total de actividad de nuestro cerebro.
El resto, entre un 80% y un 95% de actividad cerebral, es inconsciente.
Nuestra actividad psíquica es como un gran iceberg… y resulta lo que está bajo el agua es mucho más grande e importante que lo que está encima.
La falacia de control de la cultura moderna
Desde nuestra educación de hombres y mujeres sensatos, se nos dice que conducimos nuestra vida, que tomamos éste o ese otro camino, que gobernamos nuestro libro de ruta.
En cursos, terapias, libros, nos hacen creer que es así.
Hay malas noticias si eres de los que piensa de ésta manera: porque no elegimos desde el consciente.
Ya está todo elegido y luego, desde la mente consciente o superficial, improvisamos justificaciones, creencias, razonamientos para darnos cierta seguridad y tranquilidad ante lo que ya se decidió… pero hacemos ésto a hechos consumados, cuando las elecciones y decisiones ya están tomadas.
El inconsciente eligió antes que tu, muchísimo antes de que tu eligieras desde tu consciencia.
Se dice que lo único que podemos elegir realmente desde el consciente es cómo nos sentimos ante lo que nos sucede y, aunque parezca poca cosa, eso ya es muchísimo.
Tener un cierto gobierno sobre nuestro estado de ánimo, con independencia de lo que suceda fuera de nosotros, es algo maravilloso.
Vivimos sometidos al programa invisible que se oculta debajo de todo lo que pensamos y hacemos, una programación codificada por nuestros ancestros, nuestra educación, aprendizajes y nuestra experiencias de vida.
Lo que creímos elegir en su momento, esa decisión impulsiva o meditada que nos costó más o menos tomar, resulta que nuestro inconsciente ya la había tomado por nosotros previamente, haciéndonos resonar energéticamente de una determinada manera para atraer a nuestra vida toda clase de acontecimientos y personas acordes con esa manera de creer y de sentir.
Todo tiene que ver con la resonancia… porque atraemos a nuestra vida aquello con lo que resonamos, incluso los maltratos, incluso las desgracias o sucesos desagradables.
También los éxitos y las alegrías.
Saber las cosas de cabeza, entenderlas con la razón, no sirve para nada.
Es conocimiento racional, conocimiento superficial, son impresiones cerebrales y poco más.
Para realizar cambios poderosos, éstos deben de afectar a los estratos más profundos de nuestra personalidad.
Nos educan en la falsa creencia de que conducimos nuestra vida
Si de pronto llega una desgracia a nuestra vida, es porque resonábamos con ella. Si nuestro consciente no reconoce haber hecho esa llamada, es porque es el inconsciente quien la ha realizado y deberíamos averiguar cómo y porqué.
La desgracia -por llamar de algún modo a aquellos acontecimientos que interpretamos como desagradables- siempre es un gran aprendizaje… el inconsciente se empeña en hacernos aprender, a veces por la tremenda y sin ninguna contemplación, cosas que de otra manera no hubiéramos sido capaces de asimilar.
Desde algunos paradigmas de la psicología y escuelas de conocimiento de corte racional, occidental, desde el mundo de la empresa y los negocios, bastante desfasados teniendo en cuenta el agujero planetario en el que nos están metiendo a todos, aún se pretende sostener que el individuo, es independiente, a veces un líder, que se hace a sí mismo, que conduce, que gobierna su vida, que hace y deshace a voluntad, cuando ya se sabe, está demostrado, que el individuo es gobernado por fuerzas que le exceden y con las que más le valdría aliarse y fluir de un modo armonioso porque:
-Si cambio mi vida, es porque mi inconsciente me permite cambiar, si no, no cambio ni a tiros.
-Si decido ir por éste camino, es porque mi inconsciente me lo permite.
-Si hago elecciones en mi vida, si estudio, si voy a clase, si trabajo en ésta o esa empresa, si hago ésto o lo otro, si elijo a tal o cual pareja, es porque mi inconsciente y mi árbol familiar me dan su consentimiento, si no, no lo haría.
-Y si hago terapia o intervengo para contravenir una norma o ley del clan familiar, es porque hay un permiso expreso para hacerlo y quizá para sanar el árbol, si no, no podría.
-Si creo ser el dueño o la dueña de mi destino, es porque el inconsciente me ha dado su consentimiento.
-Hay personas que no tienen ni siquiera el permiso del árbol o de su inconsciente para poder curarse, pues han de expiar una culpa que el transgeneracional familiar lleva cargando desde quién sabe cuántas generaciones, o llevan una carga inconsciente difícil de desactivar.
La gente con resistencia a hacer terapia, suele tener prohibiciones inconscientes para abordarla con éxito.
La creencia tan extendida de que la voluntad del hombre moderno lo gobierna todo, es una falacia de la cultura occidental y el individualismo, impuesta en los colegios, las películas y en muchos cursos de liderazgo… cuando eres individualista o emprendedor, es porque tu inconsciente te lo permite y sirve a una causa mayor del colectivo familiar o grupal.
No hay individualistas o emprendedores sin un inconsciente que se lo permita.
El inconsciente gobierna… y más vale que averigües qué es lo que pretende o te verás conducido toda tu vida hacia quién sabe qué caminos.
Tu te puedes empeñar en pedirle al universo, en gritarle al cielo, en rezarle a Dios, en practicar la ley de Atracción y en hacer lo que te de la gana para conseguir lo que quieres desde tu cabeza y tu consciencia… pero tu inconsciente conduce el coche en el que vas montado… te pongas como te pongas.
El te dió permiso previo para hacer todas esas cosas, para rezar, para pedir, para enfocarte, para atraer… o no te dió permiso para hacerlas.
Si tienes un patrón inconsciente de fracaso reiterado o infelicidad, cada vez que tomes una decisión creerás elegir otra cosa, pero en el fondo, fiel al patrón, seguirás eligiendo lo mismo de siempre, con mejores adornos y excusas, para autoengañarte mejor en cada ocasión en que el patrón reaparezca.
Te repetirás: Este chico si que es bueno, no como los diez anteriores con los que estuve…. éste me va a tratar bien. O ésta mujer me ama de veras… con ella saldrán bien las cosas.
Mentira… la compulsión a repetir el patrón persiste, persiste y persiste, incluso aunque conozcamos racionalmente ése patrón.
Para desactivar un patrón no basta con reconocerlo racionalmente, hay que golpear al inconsciente, convencerle de que todo ha cambiado y eso solo se consigue mediante una catársis.
Por mucho que tu seas racionalmente consciente de algo, ese algo no cambiará si tu inconsciente va por otro lado y cree otra cosa distinta.
-Si tu patrón es de fracaso o autosabotaje, cada vez te autoengañarás mejor para cumplir los mandatos de tu programación. Y cada vez te contarás mejores mentiras para seguir haciendo lo mismo que has hecho toda la vida.
-Si tu patrón es de éxito, lograrás lo que te propongas y luego, posiblemente, sientas un gran vacío interior, pues tu patrón es de vacío tras el logro… y con el tiempo aprendes que el éxito no llena, nunca llena esa sensación de carencia interior que poseen todos los enfocados patológicamente hacia el éxito.
De hecho, la gente que tiene mucho éxito se pasa la vida saltando de un éxito a otro, experimentando el vacío que éste produce una vez logrado.
La felicidad no está ahí.
El patrón inconsciente de un exitópata moderno es, con mucha probabilidad: sentirás vacío hasta que averigües quién eres de verdad y dónde se encuentra la verdadera felicidad.
En resumen, tu crees gobernar la nave… solo lo crees.
Tu inconsciente, gobierna tu vida y atrae a ésta circunstancias que luego tu interpretas como favorables o desfavorables en virtud del dolor o bienestar que te producen.
Es la programación interior, el kernel, aquello con lo que vienes instalado de serie, por ancestros, antepasados, aprendizajes, infancia, experiencias vividas ect… y la compulsión de un programa lo empuja a repetirse y repetirse, a no ser que lo desactives y reemplaces por otro.
Y ésto solo podrás hacerlo si tu inconsciente te permite que lo hagas.
¿Te atreverás a asumirlo?
Porque si tu inconsciente no desea que intervengas o desactives el patrón, solo podrás aprender a vivir con ello, aceptándolo.
A menudo, vuelvo a repetirlo, desde la razón, conocemos nuestro programa inconsciente, nuestro sistema operativo, hemos hecho terapia, autoindagación, nos hemos observado y creemos que ya lo tenemos resuelto.
Pero conocer algo con la cabeza no sirve para desactivarlo.
El cambio solo se produce desde si el inconsciente se ve sacudido y afectado por algo o alguien.
Y debes tener en cuenta que, si al final haces ese cambio, es porque tu inconsciente quería que lo hicieras, de no ser así, ni te lo hubieras planteado.
Ten en cuenta otra cosa más: Cuanto más crees tener el control de lo que sucede, más te engañas.
Tu en realidad no controlas nada ni has controlado nada… nunca.
Cuando piensas que eliges, tu inconsciente ya eligió antes por ti.
La única solución, en todo caso, para poder tener algún margen de maniobra en la vida, es poner conciencia y hacer consciente tu inconsciente… alinear ambos para enfocar tu energía de una forma coherente que atraiga a tu vida cosas que deseas y conoces.
¿Porqué atraigo las cosas que atraigo y no llegan a mi vida las cosas y situaciones que deseo que lleguen?
Cuando quieres algo y ésto no se manifiesta en la realidad, es porque tu inconsciente va en una dirección distinta a tu consciente.
Si deseo pareja pero no viene, algo dentro de mi resuena en contra de tenerla.
Y si viene y, pasados los meses me doy cuenta de que no es tan maravillosa como yo creía, es porque mi inconsciente la pidió así, para que me de cuenta de lo que estoy haciendo y aprenda lo que tengo que aprender.
Si deseo abundancia o dinero pero no se manifiesta, algo dentro de mi cree que no lo merezco, o teme la abundancia y teme poseer mucho dinero. Hay resistencia.
Si quiero un trabajo mejor, pero no se bien cual o tengo dentro de mi una programación masoquista de aguantar, o temerosa de vivir con miedo, seguiré en ese mismo trabajo insatisfactorio muchos años más… o toda mi vida.
¿Con qué resuena tu inconsciente?
Lo que nos sucede en la vida es una fuente inmensa de información sobre el modo en que nuestro inconsciente opera.
El secreto es buscar la coherencia, resonar alineado entre ambas áreas de nuestra psique, la conciencia y el inconsciente.
Y si piensas que es fácil hacer éste proceso, te confundes. No siempre es fácil saber lo que tenemos escondido debajo de la alfombra.
Desvelar el inconsciente es tarea de toda una vida y exige un trabajo constante, continuado y paciente. Un trabajo también amoroso, pues mientras lo realizas has de seguir viviendo, tratándote con cariño y teniendo mucha compasión y amor por tí mismo y por los otros.
¿A qué esperas para empezar? ¿A que esperas para seguir tu camino si ya lo comenzaste?
No tiene porqué ser doloroso, de hecho, crecer y conocerse suele ser bastante liberador.
Despierta y entonces serás libre de verdad.
Un saludo desde VerDeVerdad.
Un artículo de Eugenio Sánchez Arrate.